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jueves, 2 de septiembre de 2010

Reverencia por la vida

Reverencia por la vida

Casi todos tenemos algunas ideas que pueden ser espectaculares, pero si no se concretan quedan en la nada, como muchas promesas de políticos. Llevar a la práctica un buen proyecto que transforme la realidad y deje su huella, necesita de la calidad de la acción.

La vía de la acción es utilizada por cuantos han sabido cómo encontrar el tiempo, espacio y la forma incluso a aspectos más altos de uno mismo: valores, ideales y aspiraciones son las partes que resultan más difíciles de transformar en el diario existir.

Abrirse al conocimiento y comprensión de uno mismo, buscar la verdad, ascender la conciencia o incluso alcanzar la iluminación quedan en simples fórmulas vacías si no se reflejan en una modalidad de acción correspondiente. Actos que lleven a resultados concretos, hechos que intervengan en la realidad y la mejoren.

No es que la acción en sí misma sea mejor que el retiro y la meditación. No es que el gerente de marketing sea mejor que el eremita. También hay que considerar que en determinada forma de acción subyace una manera de evadirse de la propia realidad interior. Por eso hay tanta gente perdida en el remolino estresante del hacer, hacer y hacer, zambullida en la neurosis de una actividad incesante que no permite reflexionar.

Cuando la acción está marcada por una completa sinergia entre el interior y el exterior, el acto creativo fluye en armonía, sobre todo cuando se trabaja con la clara conciencia de las implicaciones que pueden tener cada una de nuestras acciones. Y en esto se podrían asemejar el eremita y el gerente.

No todos los gerentes ni todos los eremitas, claro. Un gerente iluminado podría ser aquel que aconseja a su cliente invertir en cosas compatibles con el ambiente, no en la fabricación de armas ni en la cruel especulación financiera que produce más dinero a cambio de la pobreza de otros. Un gerente que reverencia la vida fomentará actividades que favorezcan la alegría y el bienestar, no la venta descontrolada de alcohol a la gente joven.

"Reverencia por la vida significa respeto profundo frente al misterio de la existencia, voluntad de preservar y ayudar a la vida en todas sus formas y de llevarlas a su máximo valor". Estas palabras pertenecen a Albert Schweitzer y definen el principio que guió sus acciones. Es el mismo principio que motiva a muchas personas, conocidas o anónimas, que buscan una salida práctica y eficaz a ese innato deseo de ser útiles en la vida.

Carla Fabri

miércoles, 3 de marzo de 2010

Revolución alimenticia


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viernes, 12 de febrero de 2010

El amanecer de otra economía

Todo lo que ha sucedido a lo largo de 2009 no ha sido bueno ni malo. Simplemente ha sido necesario. Al tomar un poco de perspectiva, concluimos que las crisis no son más que puntos de inflexión en nuestra larga historia de transformaciones sociales y económicas. En realidad, son el puente entre lo que somos y lo que estamos destinados a ser.

Esta última crisis, por ejemplo, nos ha servido para darnos cuenta de que estamos evolucionando de forma inconsciente. A grandes rasgos, hemos creado un sistema que nos obliga a trabajar en proyectos en los que no creemos para poder comprar cosas que no necesitamos. Y encima pagando un precio muy alto: la progresiva deshumanización de nuestra sociedad, así como la contaminación del medio ambiente, del que ya casi no formamos parte.

Lo sucedido en 2009 también ha puesto de manifiesto que como sociedad y sistema todavía no sabemos quiénes somos ni hacia dónde vamos. Además, esta falta de propósito y de sentido nos genera un gran vacío en nuestro interior. Y por más que triunfe la cultura de la evasión y el entretenimiento, no logramos llenarlo con nada del exterior. El problema es que hemos comenzado la casa por el tejado. Nos falta lo más esencial: los pilares sobre los que sostenerla. Y la solución pasa por aprender lo que la crisis nos ha venido a enseñar.

Entre otras lecciones, nos ha revelado que la economía es como un tablero de juego que hemos incrustado sobre la naturaleza, en el que a través del dinero se relacionan e interactúan tres jugadores principales: el sistema, las empresas y los seres humanos. Y todo ello regulado por leyes diseñadas por los Estados, que a su vez están sujetas a una ley superior denominada “causa y efecto”, por la que cada individuo, organización y nación termina por recoger lo que cosecha.

Aunque el capitalismo ha demostrado su eficacia a la hora de promover crecimiento económico, ha resultado ineficiente para fomentar bienestar y felicidad en la sociedad. La negatividad, el estrés, la ansiedad y la depresión son las enfermedades más comunes de nuestro tiempo. La paradoja reside en que somos más ricos que nunca, pero también mucho más pobres. En este caso, la inconsciencia ha consistido en querer crecer por crecer, sin considerar la finalidad y las consecuencias de dicho crecimiento.

Las empresas, por su parte, se han consolidado como las instituciones predominantes. Tanto es así, que el mundo se ha convertido en un negocio orientado a maximizar el lucro de las organizaciones en el corto plazo, sin importar los medios que emplean para conseguirlo ni los efectos que su exceso de codicia ocasiona sobre los seres humanos y el planeta en el que vivimos.

Cabe recordar que desde la óptica empresarial, todo lo que está vivo es considerado como un “recurso”. Y como tal, es usado y explotado para fines mercantilistas. Eso sí, la falta de valores y de sentido ha provocado que el corazón de las organizaciones -las personas que las componen- haya dejado de latir. La mayoría de trabajadores se levanta los lunes por la mañana deseando que llegue el viernes para comenzar el fin de semana. De ahí que la improductividad derivada de la gestión mecanicista amenace la supervivencia de las compañías socialmente más irresponsables.

Nos guste o no, estas circunstancias socioeconómicas forman parte de un proceso evolutivo del que todos somos corresponsables. Y es precisamente la asunción de esta responsabilidad personal el pilar del nuevo paradigma económico que está emergiendo. Se trata de una semilla de la que está empezando a brotar la denominada “economía consciente”, cuyo objetivo es que el sistema, las empresas y los seres humanos cooperen para crear un bienestar social y económico verdaderamente eficiente y sostenible.

El primer gran reto que promueve la economía consciente es la responsabilidad social corporativa, que consiste en alinear el afán de lucro de las empresas con la humanización de sus condiciones laborales y el respeto por el medio ambiente. Otra característica es el comercio justo, que apuesta por establecer una relación comercial voluntaria e igualitaria entre productores y consumidores, de manera que todos salgamos ganando.

En paralelo, también está cobrando fuerza el consumo responsable y ecológico, que nos invita a comprar lo que verdaderamente necesitamos en detrimento de lo que deseamos, tratando de que con nuestras compras apoyemos a organizaciones que favorezcan la paz social y la conservación del medio ambiente. Por último, cada día está ganando más adeptos el ahorro consciente, que consiste en poner nuestro dinero en bancos éticos, que, a diferencia de los convencionales, sólo invierten en proyectos que realmente benefician a la sociedad.

La transformación de las empresas y del sistema siempre comienza con el cambio de mentalidad de los seres humanos. No en vano, nosotros diseñamos y ejecutamos los planes y objetivos de las empresas. Nosotros consumimos sus productos y utilizamos sus servicios. Y en definitiva, con nuestra manera de ganar dinero y de gastarlo construimos día a día el sistema en el que vivimos. Sólo al asumir que somos co-creadores del mundo que habitamos podemos decidir cambiarlo, cambiándonos primeramente a nosotros mismos. Y, lo queramos ver o no, es una decisión que tomamos cada día.
Escrito por Borja Vilaseca
fuente: EL PAÍS .

miércoles, 10 de febrero de 2010

El lado oscuro del corazón



Este fragmento pertenece a la pelicula "el lado oscuro del corazón" (1992 ) del director argentino Eliseo Subiela.El poema titulado "Llorar a lágrima viva " es de Oliverio Girondo.Las películas de este director suelen estar plagadas de poemas de diferentes autores...

jueves, 4 de febrero de 2010

El Club de la lucha



La publicidad nos hace desear cosas que no necesitamos....

TUS POSESIONES TERMINAN POR POSEERTE
Solo cuando perdemos todo somos verdaderamente libres.

Hacemos trabajos odiosos para comprar lo innecesario.
La gran depresión son nuestras vidas.
Hemos crecido con la televisión y nos han hecho creer que seremos millonarios y dioses de la pantalla y del rock.

Tu no eres tu trabajo.
No eres la cantidad de dinero que tienes en el banco.
No eres el coche que conduces.
No eres el contenido de tu cartera.
No eres tus pantalones deportivos.

El escrito anterior son fragmentos de los diálogos de la magnifica película llamada Fight Club (1999, dirigida por David Fincher) y basada en la novela homónima de Chuck Palahniuk (aun más magnifica)
Criticar el consumismo, el conformismo, el materialismo, al control global (llamase corporaciones, medios masivos de comunicación, sindicatos, gobiernos...) el camino al que la sociedad "moderna" lleva a la misma sociedad. Dejar de hablar de lo que la gente habla.

Es difícil no caer en incongruencias al tratar de criticar a una sociedad, a la cual nos guste o no pertenecemos y somos parte, pero creo fielmente en que si podemos tener un cambio interno y lo aplicamos los esfuerzos tendrán sus recompensas, mínimo a un nivel personal y que mejor que el poder vivir a gusto con uno mismo.

martes, 26 de enero de 2010

El valioso tiempo

Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…

Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas,procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades. No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados. No tolero a maniobreros y ventajeros. Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros. Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.

Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos. Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.

Quiero la esencia, mi alma tiene prisa… Sin muchas golosinas en el paquete… Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír, de sus errores. Que no se envanezca, con sus triunfos. Que no se considere electa, antes de hora. Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez. Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena. Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas… Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.

Sí…. tengo prisa… por vivir con la intensidad, que sólo la madurez puede dar. Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan… Estoy seguro que serán más exquisitas, que las que hasta ahora he comido. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia. Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás…


Mario de Andrade
(Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño)